Los compuestos hidroxilo son detectables por la firma ultravioleta que producen. Pero en la Tierra, muchas longitudes de onda ultravioleta son bloqueadas por la atmósfera, por lo que los investigadores tuvieron que usar el Observatorio Swift de Neil Gehrels, un telescopio espacial libre de interferencias que experimentan los observatorios en la Tierra. El agua está presente en prácticamente todos los cometas observados en el sistema solar, tanto que las reacciones químicas y físicas del agua se utilizan para medir, catalogar y rastrear estos cuerpos celestes y cómo reaccionan al calor del sol. Encontrarlo en 3I/ATLAS significa poder estudiar sus características usando la misma escala que se usa para los cometas habituales, y esta información podría, en el futuro, ser datos útiles para estudiar los procesos de los cometas que se originan en otros sistemas estelares. «Cuando detectamos agua — o incluso su débil eco ultravioleta, OH — de un cometa interestelar, estamos leyendo una nota de otro sistema planetario», dijo Dennis Bodewits, físico de la Universidad de Auburn que participó en la investigación, en un comunicado de prensa. Eso nos dice que los ingredientes para la química de la vida no son exclusivos de nuestro propio planeta. Los cometas son trozos congelados de roca, gases y polvo que normalmente orbitan estrellas (las excepciones son los tres objetos interestelares encontrados hasta ahora). Cuando están lejos de una estrella, están completamente congelados, pero al acercarse, la radiación solar provoca que sus elementos congelados se calienten y sublimen, pasando de sólido a gas, con parte de este material emitido desde el núcleo del cometa gracias a la energía de la estrella, formando una cola. Pero con 3I/ATLAS, los datos recogidos revelaron un detalle inesperado: la producción de OH por el cometa ya ocurría lejos del sol, cuando el cometa estaba a más de tres veces la distancia entre la Tierra y el Sol, en una región del sistema solar donde las temperaturas normalmente no son suficientes para producir fácilmente la sublimación del hielo. Ya a esa distancia, sin embargo, 3I/ATLAS estaba liberando agua a un ritmo de aproximadamente 40 kilogramos por segundo, un caudal comparable —según explican los autores del estudio— al de un hidrante a plena capacidad. Este detalle parecería indicar una estructura más compleja de lo que normalmente se observa en los cometas del sistema solar. Podría, por ejemplo, explicarse por la presencia de pequeños fragmentos de hielo que se desprenden del núcleo del cometa y que luego se vaporizan por el calor de la luz solar, alimentando una nube gaseosa que rodea al cuerpo celeste. Esto es algo que hasta ahora se ha observado solo en un pequeño número de cometas extremadamente distantes, y que podría proporcionar información valiosa sobre los procesos de los que se originó 3I/ATLAS. «Cada cometa interestelar hasta ahora ha sido una sorpresa», dijo Zexi Xing, investigador de la Universidad de Auburn y coautor del descubrimiento, en un comunicado de prensa. «Oumuamua estaba seco, Borisov estaba rico en monóxido de carbono, y ahora ATLAS está entregando agua a una distancia donde no esperábamos. Cada uno de ellos está reescribiendo lo que creíamos saber sobre cómo se forman los planetas y los cometas alrededor de las estrellas.» Esta historia apareció originalmente en WIRED Italia y ha sido traducida del italiano.