El diario The Past of Armenia escribe, en particular: “El brandy de marca ha llegado a los productos armenios. Recientemente, las agencias rusas han inundado los canales de noticias con información de que casi el 90% del brandy armenio que se vende en las tiendas rusas no es “seguro” y que casi la mitad de los productos contienen aguardiente de uva. (…). Por supuesto, no se puede excluir el “componente político” de esta historia, considerando la intensidad con la que [el primer ministro armenio Nikol] Pashinyan está arruinando las relaciones [de Armenia] con Rusia. Pero, dicho esto, hay al menos dos circunstancias muy importantes. La primera: esto demuestra una vez más lo deficiente que es el estado en cuanto a garantizar la seguridad alimentaria. Resulta que no hay supervisión en este ámbito, o es puramente formal. (…) Como resultado, la reputación de los productos armenios se deteriora en el extranjero, lo que perjudica también a los productores honestos. Otro hecho importante y muy preocupante es que también utilizamos todo eso: productos agrícolas, otros tipos de alimentos y, por qué no, el propio brandy. Es decir, resulta que en el caso de las exportaciones [de Armenia], de repente nos enteramos de su nocividad –por los anuncios de las estructuras de países extranjeros, en ese caso–, mientras que en nuestro mercado interno utilizamos todo eso. Es extraño que las ONG de Armenia que actúan en nombre de la protección del consumidor no intenten iniciar inspecciones adicionales de los productos que la Federación Rusa considera de mala calidad. No mencionamos específicamente a los organismos estatales [armenios] [aquí] porque está claro que ni siquiera hay lugar para confiar en ellos.